La suerte duró poco. Un mes después de sacar el coche del taller, ya tengo la primera marca de guerra. Tras volver el miércoles de Pamplona, como llovía, dejé el coche en la calle. Esta mañana mi madre ha decidido meterme el coche al garaje, con la mala suerte que no veía desde el retrovisor y le ha metido una hostia a la carretilla. A tomar por culo. A ver como trato de solucionarlo
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